“En la casa todo parece estar siempre en su sitio., como si nada se usara nunca. Los objetos carecen de pasado. Todo es efímero. En la manía por el orden y la limpieza también se mantiene la lógica del no-lugar”.

Por Fernando Jiménez
“En la casa todo parece estar siempre en su sitio., como si nada se usara nunca. Los objetos carecen de pasado. Todo es efímero. En la manía por el orden y la limpieza también se mantiene la lógica del no-lugar”.
El narrador de esta historia a Barcelona con una beca de creación literaria. Es argentino y no tiene mucho dinero pero encuentra una habitación en un gran piso del Eixample en el que viven madre e hija. Al poco tiempo descubre que sus compañeras son prostitutas. Con estas premisas nadie diría que lo que viene después es una historia familiar y menos al modo en el que las describió Tolstói, pero efectivamente, lo que ocurre entre estas cuatro paredes tiene menos de tragedia que de retrato del mundo contemporáneo.
El patio al que dan algunas habitaciones de la casa es compartido por un convento de monjas, un contraste que quizás sea la única nota del viejo orden. Mientras en las calles se empieza a manifestar el independentismo catalán, de puertas para adentro se desarrolla una vida a ratos cálida y amable, a ratos cruel, pero sobre todo actual: precariedad laboral, inmigración, consumismo, autoayuda, drogas y medicamentos, dinero, sexo y afectos (o su ausencia) son los ingredientes de esa casa de nadie que, en realidad, es un poco la de cualquiera, la de este mundo líquido, la de todos.
[El martes Laureano Debat estará en la librería Áncora de Málaga presentado este libro].
Casa de nadie. Laureano Debat. OlgayPaco Candaya