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Celestina Cordero tuvo que vivir la discriminación de ser negra y además de ser mujer

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No tuvo discípulas famosas como su hermano que hablaran de ella y nos dejaran sus testimonios porque la mayoría de las mujeres de esa época estaban relegadas al espacio doméstico

Por Manuel E. Meléndez Lavandero

“Celestina Cordero tuvo que vivir la discriminación de ser negra y además de ser mujer. No tuvo discípulas famosas como su hermano que hablaran de ella y nos dejaran sus testimonios porque la mayoría de las mujeres de esa época estaban relegadas al espacio doméstico. Terminó sus días enferma y bajo el cuidado de su hermano Rafael con el que al parecer tenía una gran afinidad. Uno de los discípulos del maestro Cordero menciona los gritos que profería Celestina al final de su vida y los cuidados que le procuraba su hermano. Quizás la enfermedad en la que se sumió está relacionada con la lucha que tuvo que vivir toda su vida insistiendo en que se la reconociera una profesión que llevaba haciendo con mucho amor por tanto tiempo. Celestina se dedicó toda su vida a la educación de las niñas y su labor no se ha reconocido con justicia, no tuvo modelos en los que mirarse y contra corriente tuvo la valentía y la determinación de seguir adelante y ejercer su labor de maestra. Es hora ya de que se le dé el lugar que se merece en la historia de la educación de Puerto Rico, de que aparezca en los libros de historia no bajo la sombra de su hermano sino por su propia gesta educativa: por lograr que las niñas de todas las razas tuvieran acceso a la educación en una época en la que apenas existían escuelas en Puerto Rico, por contribuir al acercamiento entre negras y blancas y abonar el camino quizás para la abolición de la esclavitud en Puerto Rico que tuvo lugar el 22 de marzo de 1873, once años después del fallecimiento de Celestina”

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