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El ABC del conflicto entre Haití y República Dominicana

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Mientras en Puerto Rico se nos va el tiempo, distraídos por las primarias que se avecinan a lo interno del PNP y PPD, a muy poca distancia de nosotros Haití y la República Dominicana protagonizan hoy un grave conflicto fronterizo.

PUNTO DE VISTA

Por Rafael Cox Alomar El Nuevo Día

¿Y cuál es la raíz de este conflicto?

El detonante del conflicto es el acceso a las aguas del río Masacre (cuyo nombre no guarda relación con la masacre de 1937 perpetrada por Trujillo contra los haitianos en la frontera y sí con las cruentas luchas entre franceses y españoles durante los siglos 17 y 18).

¿Y cuál es la importancia del río Masacre?

Que su cauce (55 km) delimita una parte significativa de la frontera entre Haití y la República Dominicana, y que de su cuenca se alimenta la agricultura, ganadería, vida silvestre y biodiversidad de una de las regiones del mundo más afectadas por la deforestación.

Cierre fronterizo agudiza el hambre en Haití

El tratado de 1929, en su artículo 10, prohíbe cualquier obra que altere la corriente de los ríos fronterizos de La Española.
El tratado de 1929, en su artículo 10, prohíbe cualquier obra que altere la corriente de los ríos fronterizos de La Española. (Agencia EFE)

¿Y entonces cuál fue la gota que colmó la copa? ¿Por qué el presidente dominicano Luis Abinader ordenó cerrar la frontera con Haití de forma indefinida?

Porque del lado haitiano de la frontera se viene construyendo un canal de trasvase para desviar el agua del Masacre hacia territorio haitiano con la intención de irrigar cultivos (y de paso beneficiar a una serie de inversionistas locales enchufados con las mafias de Puerto Príncipe), cosa que según los dominicanos constituye una crasa violación del tratado internacional que sobre este mismo tema ambas naciones suscribieron en 1929 (meses antes de que la república cayera en manos de Trujillo). La postura dominicana es que no se abrirá la frontera hasta que los haitianos no desistan de la construcción del canal.

¿Y qué establece el tratado de 1929?

En su artículo 10 obliga tanto a Haití como a República Dominicana a “no hacer ni consentir ninguna obra susceptible de mudar la corriente” de ninguno de sus ríos limítrofes; a la vez que reconoce que ambos podrán “usar, de una manera justa y equitativa, dentro de los límites de sus territorios respectivos” los ríos fronterizos para propósitos del “riego de las tierras y otros fines agrícolas e industriales.”

¿Y qué ordena el tratado en caso de que haya una disputa?

Ordena a las partes en su artículo 3 a someterse al arbitraje internacional. Tal y como recientemente Argentina, Uruguay, Costa Rica y Nicaragua lo hicieron con respecto a sus disputas por los cauces de los ríos Uruguay y San Juan, respectivamente.

¿Entonces qué esperan Haití y República Dominicana para activar el mecanismo del arbitraje internacional? ¿Por qué el primer ministro interino de Haití Ariel Henry no ha tomado ninguna acción para atender esta controversia? ¿Por qué se ha militarizado el conflicto? ¿Por qué Abinader decretó el cierre indefinido de una frontera que le representa a la República Dominicana sobre $1,000 millones al año en tráfico comercial?

Porque Abinader anda en campaña reeleccionista dentro y fuera de su partido (en donde confrontará primarias internas este próximo domingo 1 de octubre) y entiende que el choque frontal con Haití es mucho más ventajoso que la vía diplomática a pesar de que en 2021 su gobierno suscribió una declaración conjunta con Haití sobre el río Masacre y no objetó el canal, y porque Henry (quien teme correr igual suerte que el asesinado presidente Jovenel Moïse) ni siquiera tiene gobierno en Puerto Príncipe con que gobernar.

¿Y qué pasará en el Masacre? ¿Habrá guerra?

No.

¿Y por qué?

Porque al final la fuerza de las circunstancias se impondrá.

Luego del frenesí electoral, el gobierno dominicano, presionado por la Casa Blanca y los miles de pequeños comerciantes de la frontera que pronto se irán a la quiebra, buscará la vía diplomática. Haití, por su parte, seguirá sumido en el más alucinante caos hasta que surja una respuesta internacional que haga algún sentido.

Mientras, la deforestación, la degradación ecológica, la ausencia de diálogo bilateral y la corrupción de ambos lados de la frontera seguirán minando la cuenca de uno de los ríos fronterizos más icónicos del Caribe que, como consecuencia de todos esos males, se seguirá pasando a pie.

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