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“El conocimiento científico tiene que ser un bien público, social, colectivo y estratégico”

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(Transcripción de la Columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 12 de octubre 2022)

-Te pregunto primero que sitúes a la gente qué es el International Science Council. Nosotros hemos hablado del ISC en varias oportunidades, sobre todo a partir de tu elección como representante en este gran espacio.

-Efectivamente, el Consejo Internacional para la Ciencia –o International Science Council– surge de la fusión de dos antiguos organismos: uno dedicado a las ciencias y el otro dedicado a las ciencias sociales. Hace unos cinco años se fusionaron en una sola institución que hoy trabaja en bien de fortalecer a las ciencias sin distinciones a nivel mundial. Tiene como misión principal esta idea de que efectivamente la ciencia sea un bien público, por lo tanto el conocimiento científico sea un bien público al alcance de todos y de todas. Este organismo reúne a muchas academias de ciencia de los países a lo largo del mundo, a organismos dedicados al trabajo científico, y CLACSO forma parte de este Consejo Internacional para la Ciencia desde hace unos años, ya que formaba parte del Consejo Internacional de Ciencias Sociales. Desde hace un año exactamente (octubre de 2021), he tenido el privilegio de ser electa para integrar por tres años la Junta Directiva de este organismo, para poder participar en las discusiones con dos propósitos principalmente, además por supuesto de acompañar la evolución de dicha institución:

1.-Resaltar el papel de las ciencias sociales en el conocimiento científico y especialmente en estas sociedades pos pandémicas.

2.-Traer las contribuciones de América Latina a esta discusión, porque es una región poco representada en la Junta Directiva del Consejo Internacional para la Ciencia.

Entonces, planteamos qué es lo que tenemos para decir en torno a estos temas y qué es lo que tenemos para aportar en torno al debate del conocimiento científico como bien público en nuestra región latinoamericana y caribeña.


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Propongo entonces en esta columna retomar la discusión del conocimiento científico como bien público. ¿Y por qué? Porque los últimos años claramente han estado marcados por la creciente penetración de la tecnología en casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, también marcado por la carrera tecnológica entre Estados Unidos y China y, muy especialmente, por la disputa en torno a las vacunas contra el COVID-19 durante la pandemia. Y esto demuestra la importancia del acceso al conocimiento científico y técnico que se ha convertido en un elemento absolutamente central y también en uno de los nudos centrales de las desigualdades.

Ante esta situación, desde CLACSO sostenemos que el acceso, el uso, la democratización del conocimiento científico tiene que ser un bien público, social, colectivo y estratégico para garantizar los derechos humanos de todas las personas.

Es necesario hacer un diagnóstico sobre este tema, ya que nos obliga a analizar críticamente la manera en la que hoy se distribuye el conocimiento científico, y el marco en el que se da el ejercicio de la actividad científica y también de la formación de los investigadores y de las investigadoras.

Hablar de los desafíos en torno a la democratización del conocimiento científico implica, en primer lugar, cuestionar fuertemente la forma predominante bajo la cual se ejerce la práctica científica, cuestionando los parámetros actuales de relevancia y evaluación científica, de distinción de agendas de investigación que están muy asociados, entre otros elementos,  a los famosos rankings de revistas científicas, muchas de las cuales realizan su práctica editorial con un propósito claramente mercantil de lucro e híper gigantes editoriales de carácter transnacional.

Por ejemplo, si miramos los datos de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), en la última década la población científica de América Latina aumentó de 410 mil en 2010 a 660 mil investigadoras e investigadores en 2019, pasando de representar en el mismo período del 1.48% al 2.07% de la Población Económicamente Activa de nuestra región. Es decir, hemos efectivamente avanzado en la cantidad de personas que se dedican a la investigación en los campos de la ciencia.

El modelo de actividad centrado en las métricas de publicación en journals (revistas) y el perfil de la investigadora o investigador que se promueve, que publica artículos en revistas indexadas en el circuito mainstream de difusión del conocimiento científico, impone qué tipo de publicaciones hay que hacer, qué estilo de escritura o idioma hay que tener para poder publicar y también a la elección de algunas metodologías y temáticas de investigación que son más factibles o interesantes hacia estas industrias editoriales para ser publicadas. Por lo tanto, hay una intromisión directa en la definición sobre las temáticas de investigación que muchas veces están por cierto muy lejos de la realidad latinoamericana y caribeña y producen una desvinculación de la investigación de sus comunidades de origen, de su entorno.

En esa dirección, desde CLACSO siempre hemos impulsado muy fuertemente el cambiar estas prácticas. Y a partir de 2019, estamos impulsando el Foro Latinoamericano de Evaluación Científica (FOLEC), que quiere poner en discusión estos criterios y proponer alternativas a las formas en que hoy se practica, se hace y se evalúa la producción de conocimiento científico.

Y, por supuesto, estamos atendiendo la cuestión de la formación de los investigadores que nos coloca poner el énfasis en los sistemas académicos y universitarios, afectados desde la década de los 80 por un avance hacía la universalización, pero en un contexto de creciente mercantilización y de privatización de la Educación Superior en nuestra región.

Allí podemos usar dos indicadores para poder caracterizar bien este proceso. Por ejemplo, tomando a la UNESCO como referencia, en los últimos veinte años la Tasa Bruta de Matriculación (que expresa la matrícula como el porcentaje de la población que se encuentra en el grupo etario correspondiente a los cinco años inmediatamente después de la graduación de la escuela secundaria, por lo general, de 19 a 23 años), pasó del 23% en el año 2000 al 52% en el 2018. Por otra parte, de acuerdo con la RICYT, el promedio de educación privada es del 54,83% en América Latina, pero en algunos países es bastante grave, como los casos de Chile (84%), Perú (74%), Brasil (73%).

Por eso, es cada vez más clave diseñar modelos académicos que permitan efectivamente relacionar todas las funciones universitarias, como la investigación, la docencia, la extensión, desde un marco de cooperación regional y desde un marco de cooperación regional abierta a las comunidades, a las comunidades no universitarias, y que permite también recuperar otras formas de conocimiento para también democratizar esas otras formas de conocimiento, para enriquecer los diálogos tan necesarios en torno a la educación superior y a las universidades, en particular en nuestra región hoy.  En este sentido, vale la pena destacar la larga y potente tradición universitaria en América Latina en la función de extensión que ha discutido justamente el vínculo entre universidad y sociedad.

Y, por último, la cuestión del acceso al conocimiento: es clave defender el conocimiento como un bien público que se distribuye a lo largo de la sociedad de manera equitativa, libre, colaborativa y sobre todo de manera no comercial, porque allí está una de las claves para efectivamente poder combatir las desigualdades y los fenómenos de pobreza que enfrentamos hoy en nuestra región, promover y fortalecer la participación democrática.

Por eso el acceso abierto y libre al conocimiento científico fue, es y será una de las banderas fundacionales más importantes de CLACSO, marcando el curso de prácticas institucionales como las que tenemos desde siempre en términos de acceso abierto a toda la producción que se realiza en CLACSO y en los más de 800 centros miembros.  Nos referimos a la Librería Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales que ofrece una descarga abierta, gratuita y sin ninguna restricción: hoy en día tiene más de 3.500 libros de distintas colecciones y más de 30 millones de descargas por año; o la Red de Bibliotecas Virtuales, CLACSO.tv, CLACSO Radio, o nuestro vínculo con la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe (REDALYC), son algunos ejemplos de esta línea de acción. Esos son elementos muy importantes para que la educación superior y la ciencia sean un derecho humano y no tengan este tipo de restricciones producto del tratamiento mercantil.

El conocimiento científico y la academia hoy están llamados a cumplir un papel central en el fomento de la democracia, de la solidaridad, de la interdependencia, de la responsabilidad y, por supuesto, del pensamiento crítico que, como siempre decimos, es un pensamiento que además promueve o lleva implícita la idea de la transformación social de nuestras sociedades latinoamericanas y caribeñas.

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