La lucha de clases en Francia ha tomado un ritmo vertiginoso. Se caracteriza de más en más como un combate del movimiento obrero, de la juventud y de la población contra el gobierno de Emmanuel Macron. Las movilizaciones siguen siendo firmes y masivas; la represión se hace sentir fuertemente. Comienzan a cristalizar las tentativas de conciliación para ahogar la marcha de la huelga política: el dirigente de la CFDT, Laurent Berger, pide una mediación, al tiempo que la propia Intersindical anuncia una nueva jornada de movilización para el jueves 6 de abril. Macron afirma que no tiene nada que discutir con los sindicatos sobre la jubilación y días después la primer ministro anuncia que los va a recibir con agenda abierta.
