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“Frente a las migraciones, aparecen discriminaciones específicas asociadas al género”

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La temática Ser Mujer y Migrante se vincula a dos Plataformas para el Diálogo Social (PDS): la de Migraciones y Movilidad Humana y la de Derechos, Violencias e Igualdad de Género. Efectivamente, uno de los temas que hoy preocupa a todos los gobiernos de América Latina es el de la migración internacional y la movilidad humana.

Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 16 de agosto de 2023

La temática Ser Mujer y Migrante se vincula a dos Plataformas para el Diálogo Social (PDS): la de Migraciones y Movilidad Humana y la de Derechos, Violencias e Igualdad de Género. Efectivamente, uno de los temas que hoy preocupa a todos los gobiernos de América Latina es el de la migración internacional y la movilidad humana.

Si hasta el siglo XX se podía definir a la región de América Latina como un lugar principalmente de expulsión de migrantes, actualmente es un espacio combinado frente a los fenómenos de emigración e inmigración, de tránsito y también de retorno. Todos los países de la región, en mayor o menor grado, están involucrados en las dinámicas migratorias o los procesos migratorios y de movilidad humana. Hay migrantes que tienen como destino Estados Unidos o Europa y otros que buscan destinos dentro de nuestra región (lo que llamamos la migración intrarregional).

En los últimos años, hemos visto el surgimiento de algunos flujos migratorios nuevos en América Latina. Por ejemplo el venezolano hacia varios países de la región, sobre todo los del Pacífico Sur como Colombia, Ecuador, Perú y Chile, pero también de manera más generalizada al resto de los países de América Latina. Y también flujos migratorios relativamente novedosos como el de los haitianos y las haitianas con destino preferencial hacia Brasil y Chile.

Además, hay que sumar los flujos tradicionales y de más larga data que conocemos en nuestra región, como el tránsito de personas de México y Centroamérica con destino a Estados Unidos. Un fenómeno que se hizo visible de manera relativamente reciente por las conocidas caravanas, esos movimientos colectivos de migrantes rumbo a ese país. También hay flujos tradicionales de personas de la zona andina, principalmente de Bolivia, Perú, Argentina y Chile y desplazamientos internos o internacionales de colombianos y colombianas hacia el resto de la región y del mundo.

A nivel mundial, si tuviéramos que situar este fenómeno, según los datos de 2021 de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en todo el mundo se contabilizaban 281 millones de migrantes, lo que corresponde al 3.6% de la población mundial. De este universo, el  48% son mujeres y el 52% son varones.

Frente a la realidad migratoria de nuestra región, es en América del Sur particularmente donde se observan importantes movimientos intrarregionales. Según datos de la OIM, se estima que de los casi 12 millones migrantes de América Latina y el Caribe, un 70% se encuentra en América del Sur. La situación económica es uno de los factores que impulsa a la inmigración dentro de la sub-región, pero también hay factores vinculados a elementos políticos y sociales que contribuyen a acelerar estos fenómenos.

Tenemos que preguntarnos sobre el momento del tránsito entre un lugar y otro, pero también colocar la mirada en los procesos de instalación en un nuevo lugar, país o Estado. Allí aparecen algunas barreras muy vinculadas a la vida cotidiana de las personas migrantes que tienen que ver con conseguir una vivienda, un trabajo, cómo acceder a la salud, la educación y temáticas vinculadas a la migración.

Cuando hablamos de este fenómeno de la migración, los discursos que se han generalizado en el mundo, en particular en nuestra región, suman estigmas a las personas migrantes, que pasan a ser vistas como invasoras, criminales, narcotraficantes o terroristas. Hay un montón de estigmas que se van colocando a estas personas, que en muchos casos migran por la búsqueda de posibilidades para el desarrollo de sus vidas cotidianas, el propio y el de sus familias.

Allí surge un conjunto de ideas, discursos y prácticas que ven a la migración como un problema, es decir, como un otro que nos genera problemas. Los migrantes son vistos como una amenaza para los países que reciben esa migración. Una amenaza para la seguridad interna, para la economía nacional y también se los considera los causantes de muchos problemas sociales.

La migración es un fenómeno que tenemos que trabajar a fondo en todos nuestros países, porque se generan ideologías, prácticas, regímenes, que directamente excluyen, desprecian y menosprecian a ese otro, a esa otra, naturalizan la exclusión y practican de manera abierta la xenofobia. En muchos casos, la migración y la movilidad de personas son vistas por nuestros gobiernos como un problema y no como una oportunidad o un factor de integración social y cultural.

Desde CLACSO, nos proponemos problematizar el fenómeno de la migración y la movilidad humana como un derecho. Es un problema agravado con la pandemia y la securitización de las fronteras. Además, debemos enfocar la mirada en distintas experiencias de las distintas luchas que tienen estos colectivos migrantes, así como en la transformación de estas visiones, estos estereotipos y estigmas mencionados.

La temática de migración y la movilidad humana se vincula también con la plataforma de Derechos, Violencias e Igualdad de Género, porque la migración de mujeres en América Latina  suma otras dimensiones asociadas a la pobreza y la violencia, con algunas características particulares que tienen que ver con la división sexual del trabajo y las tareas que se supone que debemos realizar las mujeres, como los cuidados. Además de todos los problemas que enfrenta el colectivo de migrantes, se suman las discriminaciones específicas por género y la violencia, que es un fenómeno general para las migraciones, pero hay una violencia basada en género que afecta específicamente a las mujeres migrantes.

El número de mujeres migrantes en América Latina ha aumentado en los últimos años: los últimos datos disponibles hablan de más de 10 millones de mujeres migrantes en nuestra región, lo que representa prácticamente la mitad de todos los y las migrantes de la región. La mayoría de las mujeres migrantes provienen de países de Centroamérica y el Caribe y generalmente se dirigen hacia el norte, a Estados Unidos, España y Canadá.

Frente a las migraciones, aparecen discriminaciones específicas asociadas al género, la raza, la violencia sexual y al tráfico de personas. A su vez, en el momento de la instalación en el país de destino, aparece la situación de los cuidados de los hijos y de las hijas en ese nuevo destino o de los hijos y de las hijas que no acompañaron a esa mujer migrante, pero cuyo cuidado también hay que resolver en los países de origen o partida de estas mujeres.

En la XV Conferencia Regional sobre las Mujeres de América Latina y el Caribe, celebrado a fines de 2022 en Buenos Aires, Argentina, se reconoció que la organización social de los cuidados, la distribución injusta del uso en el tiempo, genera de manera desproporcionada efectos en las mujeres migrantes que viven en contexto de pobreza como son las niñas, las adolescentes, mujeres jóvenes y mayores, las mujeres indígenas o afrodescendientes, las mujeres refugiadas, entre otras.

Hay que promover un cambio sistémico en el abordaje de las migraciones desde la perspectiva de género con una perspectiva interseccional e intercultural, colocando los derechos humanos en el centro para lograr la visibilización del aporte de estas mujeres migrantes a las sociedades de partida y de destino, particularmente en lo que refiere a las temáticas de cuidado o las cadenas globales de cuidado. Hay mujeres que dejan de cuidar a sus hijas e hijos en sus países de origen y migran para cuidar a los hijos, hijas y personas dependientes en otros núcleos y hogares, generalmente en países del norte.

El compromiso de Buenos Aires, resultado de la XV Conferencia Regional sobre la Mujer, resalta la importancia de las tareas de cuidado en considerar la opción de acuerdos, de cooperación y de alianzas con organizaciones entre los países de origen, de tránsito, de destino y de retorno, prestando particular atención a garantizar los derechos de las mujeres que forman parte de estas cadenas de migración y cadenas globales y regionales del cuidado.

– En el marco de una cierta exacerbación de los discursos de derecha, ¿cuál es tu interpretación con respecto a los procesos migrantes?

– Frente a todas las estigmatizaciones que se asocian a las personas migrantes que los y las colocan como el otro o la otra, se piensa que son causantes de los problemas de nuestras sociedades. De acuerdo a los discursos de derecha, serían los migrantes y las migrantes quienes no permiten que los nacionales tengan trabajo o es por los migrantes que los sistemas de salud se saturan y que se producen determinados fenómenos a nivel social.

A las personas migrantes se las sitúa como el problema. En realidad, tenemos que entender que la movilidad humana es un derecho para todos y para todas. Y que las personas migrantes que hacen uso de ese derecho de movilidad humana en los territorios a los que deciden migrar, deben tener ese reconocimiento de sus derechos. Además, frecuentemente se producen fenómenos migratorios a causa del desarrollo de este tipo de políticas de derecha y de ultraderecha en los territorios, la expulsión de personas o el recorte de servicios y políticas de atención hacia personas con mayores vulnerabilidades.

Desde CLACSO, defendemos la movilidad humana como un derecho y vamos a seguir trabajando en la investigación, formación y difusión para desmontar estas estigmatizaciones asociadas a las personas migrantes.

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