Cuando yo dirigía la revista Bohemia en 1970, el año en que Marisol Malaret fue la primera puertorriqueña que ganó el certamen Miss Universo, dedicamos cuatro portadas a la querida amiga cuya muerte lloramos en estos momentos. La primera, antes del concurso, preguntaba si la Señorita Puerto Rico 1970 se convertiría en Miss Universo. No se trataba de una predicción estilo Walter Mercado. Era el titular que usualmente se usa en el periodismo para llamar la atención. Así que cuando Marisol ganó aquella noche histórica, hubo hasta quien nos acusara de pitoniso cuando esa no había sido ni remotamente nuestra intención.

Por Pedro Zervigón
HACE MEDIO SIGLO CUANDO DIRIGIA LA REVISTA BOHEMIA SE ME OCURRIO REUNIR A CONVERSAR A RENE MARQUES Y A MARISOL QUE ACABABA DE TERMINAR SU AÑO COMO MISS UNIVERSO

Llamé a René para proponerle una reunión con Marisol Malaret, que había ganado el certamen de Miss Universo. Inspirado en una serie de reportajes de la revista argentina Gente que reunía a conversar a personalidades de distintos campos, se me ocurrió reunir a René y a Marisol (también a Abelardo Díaz Alfaro y a Pedro Flores) y fue un éxito, no sólo porque Miss Universo 1970 siempre fue una mujer inteligente y seria, en contraste con otras reinas de belleza frívolas, sino también porque desde que llegamos a su casa en una urbanización de Río Piedras por detrás de la cual pasaba el recientemente inaugurado expreso de San Juan a Caguas. René fue toda amabilidad, besándole incluso la mano a Miss Universo, como se ve en la foto inicial del reportaje de la querida amiga Ada Nivia Guerra, que estuvo a cargo de redactar el encuentro.


El reportaje comenzó así: “René Marqués, el escritor, dijo que había algo exquisitamente diabólico en la proposición de un diálogo con Marisol, a fin de reunir a dos celebridades para hablar de todo lo que les pasara por la cabeza. Y como la idea diabólica era también terriblemente atractiva, no la rechazó. Fue el más puntual a la hora de la cita pero al retrasarse Marisol quince minutos y más todavía la moderadora, René abandonó el lugar del diálogo, dejando palabra que volvía. Regresó una hora después con un gabán en el brazo, sonriente y defendiendo su ausencia porque él tenía el derecho de dar una lección de rebeldía contra esa impuntualidad. Y aunque después se quejó contra los horarios, demostró con su actitud que su sentido de la puntualidad es un vicio británico, extranjero, que nada tiene que ver con la indisciplinada costumbre tropical.” El resto del reportaje está en estas dos páginas impresas de Bohemia.