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La alianza PIP-MVC: ¿mito o realidad?

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Hay una sensación de desesperanza que empieza a apoderarse de muchas personas que vieron en la Alianza la salida a décadas de corrupción, mal gobierno y quiebra económica, política y social que ha enfrentado el país por el bipartidismo. El PIP y el MVC deben aprovechar el periodo pre-Halloween para develar el velo del misterio.

Hay una sensación de desesperanza que empieza a apoderarse de muchas personas que vieron en la Alianza la salida a décadas de corrupción, mal gobierno y quiebra económica, política y social que ha enfrentado el país por el bipartidismo, escribe Silverio Pérez. (Xavier Araujo)

El mago de los números electorales del Partido Nuevo Progresista (PNP), Edwin Mundo, lanzó a 98 millas por hora la siguiente predicción en un programa donde se juega pelota dura: “si nos dividimos, la Alianza puede ganar”. No mencionó al Partido Popular Democrático (PPD) como el beneficiario de esa primaria fratricida. Se refirió a la Alianza. No creo que un lobo de mar como él emita una advertencia de huracán tumba palmas que no esté basada en números que haya estudiado.

El temor visceral a la alianza también lo han expresado los ya conocidos niños símbolos del bipartidismo en otro programa de análisis político. Allí, para atacar el posible junte, recurren constantemente al viejo truco del cuco, del miedo al comunismo, ofendiendo así la inteligencia de un electorado que sabe que la Guerra Fría terminó hace muchos años. Curiosamente, no muestran temor ante las Alianzas Público-Privadas que comprometen el futuro del país por los próximos 40 años. Tal vez porque esas alianzas producen millones que a la larga pueden contribuir a las campañas políticas del bipartidismo.

Volvamos a Edwin Mundo. ¿Cuáles son los números que su oráculo le ha develado? Sencillo. El PNP ha bajado sus votos para gobernador de un 52.84% en 2008 a un 33.24% en 2020. Un descalabro de un 20% en solo cuatro eventos electorales. Detener esa caída libre no es cáscara de coco, mucho menos con un gobernador ausente y con una primaria feroz donde Jennifer González no pierde oportunidad de asestar golpes bajos. Esta pasada semana atacó con personalismos a Enrique “Quiquito” Mélendez y también al secretario de Salud, Carlos Mellado. Mientras, descarta retractarse del “vamos por mal camino”. El Proyecto Dignidad es otra amenaza para el PNP, a tal nivel que el temido Tiburón ocupó el tiempo de su discurso en la Asamblea del PNP para atacar a dicha organización. No hay que ser un erudito en procesos electorales para saber que las heridas que quedan abiertas luego de una feroz primaria suelen dejar a mucha gente descansando en su casa el día de las elecciones.

Por el contrario, cuando se tiene la esperanza de la unidad de propósitos y consensos para obtener el poder, el efecto es uno multiplicador. Por eso Edwin Mundo suma los 179,265 votos de la candidata del MVC en las elecciones pasadas a los 174,402 del candidato del PIP y le da 353,667, no muy distantes de los 427,016 que sacó Pedro Pierluisi. La deducción lógica que hace es que ese efecto multiplicador puede llevar a la Alianza a sobrepasar fácilmente los números que produzca la erosión de la primaria y el desagüe hacia el Proyecto Dignidad.

La pregunta es: La Alianza propulsada por el MVC y el PIP a la que Mundo y el bipartidismo temen, ¿es un mito o una realidad? Aparte de los traqueteos con el sistema electoral de la legislatura bipartidista para impedir la Alianza, no está fácil armonizar dos organizaciones que son mucho más diferentes de lo que a simple vista se ve. Este fin de semana el PIP cumplió 77 años de fundado con la independencia como su norte. Muchos de sus militantes se consideran a sí mismos como personas conservadoras en temas relacionados a la identidad de género, aborto e ideologías económicas. El MVC, apenas tiene un cuatrienio de vida y alberga en su militancia personas de una gran diversidad ideológica y de mucha más apertura ante estos temas. Sin embargo, un análisis de los programas de gobierno de ambas organizaciones muestra una gran cantidad de propósitos en común.

¿Qué falta entonces para que la Alianza diga presente y evite que las otras organizaciones políticas ocupen el espacio que le corresponde en la discusión pública? Hay una sensación de desesperanza que empieza a apoderarse de muchas personas que vieron en la Alianza la salida a décadas de corrupción, mal gobierno y quiebra económica, política y social que ha enfrentado el país por el bipartidismo. El PIP y el MVC deben aprovechar el periodo pre-Halloween para develar el velo del misterio.

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