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La defensa de la educación pública y las lecciones de mi mamá

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Sobre todas las cosas fue maestra. Como maestra me enseñó a nunca cruzar una línea de piquete. Un obrero en lucha es toda la clase trabajadora resistiendo. El piquete de unos es la lucha de todas. Aprendí que la lucha por una sociedad justa no puede estar desligada del feminismo y el antirracismo porque la clase trabajadora es diversa y la explotación constante.

Con Mami aprendí que una agencia con más de cinco mil millones de dólares de presupuesto no debería comenzar todos los agostos con cientos de escuelas que no están aptas para recibir estudiantes. El magisterio nunca debería tener que recurrir a sacar dinero de su bolsillo para tener abanicos en sus salones, escribe Ángel Rodríguez. (ALBERTO BARTOLOMEI)
Ángel Rodríguez Rivera

PUNTO DE VISTA

Por Ángel Rodríguez Rivera El Nuevo Día

El pasado 19 de junio mi adorada madre falleció. El día anterior, Día de los Padres, lo disfrutamos juntos. Estuvimos vacilando, dialogando, hablando de la vida y riéndonos de las cosas buenas y malas que vivimos juntos. Compartió con su nieta y se disfrutó su último día físico junto a las personas que más quería y que más la querían. No me cabe la menor duda que fue un día espectacular. Tuvo una vida típica de la clase trabajadora. Hubo sacrificios, carencias, tribulaciones y precariedades, pero también tuvimos el disfrute de lo cotidiano. Los sectores pobres aprendemos a encontrar felicidad en la cotidianidad. Luego de todo eso, su cuerpo, con la protesta de todos los demás, decidió descansar.

Mi madre fue activista por la independencia. Pensaba que la colonia era indigna y antidemocrática. También decía, con mayor fervor, que el estatus colonial era fundamental en el empobrecimiento de amplios sectores en Puerto Rico. Defendía la clase trabajadora con la convicción que surge de saberse obrera. Como tal fue huelguista como maestra federada a principio de los años 70. Participó en la huelga de la telefónica a mediados de esa misma década.

Sobre todas las cosas fue maestra. Como maestra me enseñó a nunca cruzar una línea de piquete. Un obrero en lucha es toda la clase trabajadora resistiendo. El piquete de unos es la lucha de todas. Aprendí que la lucha por una sociedad justa no puede estar desligada del feminismo y el antirracismo porque la clase trabajadora es diversa y la explotación constante. Siempre me dijo que hablara con sosiego, pero que gritara cuando la injusticia ensordeciera al poderoso. Sobre todas las cosas, con mi madre aprendí que hay que defender la educación pública, accesible y de calidad. Sin privatizaciones ni charters.

La defensa de la educación pública representa tomar de las manos a las compañeras del magisterio cuando reclaman mejores salarios. Es inconcebible que la formación de nuestras juventudes sea tratada como de importancia secundaria. No puede haber educación pública, gratuita, accesible y de calidad sin salarios justos. No podemos pretender que la educación esté a la altura de lo que necesitamos si el magisterio no puede, luego de trabajar 30 años, retirarse con dignidad. No existe posibilidad de desarrollo para nuestra niñez si sus maestras no son nombradas y cada año académico comienza con la incertidumbre de dónde, cómo y si trabajarán.

Con Mami aprendí que una agencia con más de cinco mil millones de dólares de presupuesto no debería comenzar todos los agostos con cientos de escuelas que no están aptas para recibir estudiantes. El magisterio nunca debería tener que recurrir a sacar dinero de su bolsillo para tener abanicos en sus salones. Nuestros estudiantes no merecen que se le cierren escuelas para ahorrar dinero cuando se gastan millones en burocracia y contratos. No hay razón que sostenga que haya cuatro secretarías de educación en un mismo cuatrienio.

La educación pública, accesible y de calidad es para los/as pobres. Es para quienes no tienen acceso a los lujos educativos de los adinerados. Pero, además, es mecanismo de cambio social. Es importante para el presente y para lo que debemos construir como país. Así lo aprendí de mi mamá. ¿Viste Mami? Si te presté atención.

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