A veces la realidad supera a la ficción. Hasta cierto punto este es el caso de la revolución cubana. Hace setenta años varias docenas de jóvenes rebeldes asaltaron un cuartel. Aunque el ataque fracasó por completo, fue el comienzo de un proceso revolucionario con consecuencias de largo alcance no solo en Cuba, sino mucho más allá

Katrien Demuynck, Marc Vandepitte | Cuba |Rebelión
«La historia me absolverá»
A veces la realidad supera a la ficción. Hasta cierto punto este es el caso de la
revolución cubana. Hace setenta años varias docenas de jóvenes rebeldes asaltaron
un cuartel. Aunque el ataque fracasó por completo, fue el comienzo de un proceso
revolucionario con consecuencias de largo alcance no solo en Cuba, sino mucho
más allá.
Katrien Demuynck y Marc Vandepitte
Traducido del neerlandés por Sven Magnus
El asalto
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El 26 de julio de 1953 un centenar de jóvenes rebeldes liderados por Fidel Castro
asaltaron un cuartel en el este de Cuba. Se suponía que iba ser el comienzo de un
levantamiento armado contra la dictadura. El objetivo era obtener armas y
distribuirlas entre la población local. Posteriormente se proclamaró la revolución por
la radio.
Foto: El 26 de julio de 1953 los rebeldes asaltaron el cuartel Moncada en Santiago
de Cuba. El cuartel ahora se ha convertido en una escuela y un museo.
En una segunda fase el ejército rebelde se retiró a las montañas e inició una guerra
de guerrillas. El audaz plan fracasó por contratiempos y, sobre todo, por falta de
experiencia. Fidel apenas tenía 26 años. La mayoría de los rebeldes fueron
brutalmente masacrados, solo unos pocos lograron escapar. Fidel, su hermano Raúl
y varias personas más fueron detenidas y juzgadas.
¿Por qué un asalto?
La rebelión no surgió de la nada. Un año antes Fulgencio Batista había dado un
golpe de Estado. Los cubanos vivían bajo una dictadura militar, la desigualdad entre
ricos y pobres era extremadamente alta, y las condiciones de vida y de trabajo de la
mayoría de la población eran miserables.
Además, el país estaba bajo el dominio de Estados Unidos. Oficialmente se había
independizado en 1898, pero la burguesía cubana había sido demasiado débil
durante todo ese tiempo para instalar un sistema político estable y seguir su propio
curso soberano, independiente de Estados Unidos. El creciente control de Batista
sobre la sociedad no hizo sino reforzar esa situación.
Había un fuerte malestar público. Muchas personas anhelaban una sociedad
diferente y justa. Fidel Castro fue una de esas personas. Era un joven abogado y
había estado políticamente activo desde su época de estudiante. En un principio
pensó en utilizar el Parlamento como trampolín para la revolución.
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Foto: El joven Fidel durante un discurso político en 1951. Foto: Estado cubano
Junto con las figuras más radicales del partido al que pertenecía, los Ortodoxos,
propuso un programa revolucionario desde los escaños parlamentarios. Esa fue
entonces la plataforma para movilizar a las masas a la acción armada y derrocar al
gobierno.
Sin embargo, el golpe de Batista hizo que esos planes se vinieran abajo y Fidel tuvo
claro que no había otra opción que la rebelión armada directa. Inicialmente el joven
Castro esperaba que la revolución se preparara desde diversos frentes y pensaba
unirse a ellos, pero pronto vio que no avanzaba y empezó su propio movimiento.
De la nada, sin recursos financieros ni apoyo de ningún partido político, construyó un
movimiento disciplinado y clandestino. 1953 para eso fue un año especial. Era el año
en que José Martí, Apóstol de la Patria y gran inspirador de la juventud, hubiera
cumplido 100 años. Fidel reclutó sus miembros entre esa generación del centenario,
sobre todo entre los jóvenes “Ortodoxos”. Al cabo de algo más de un año contaba
con 1.200 combatientes.
Victoria política
El ataque del 26 de julio fracasó pero Fidel consiguió convertir esta derrota militar en
una victoria política. El asalto al cuartel fue el inicio de un proceso revolucionario con
consecuencias de gran alcance en Cuba, pero también en América Latina y África.
En el juicio en su contra Fidel Castro pronunció un impresionante discurso de
defensa que más tarde se publicaría bajo el título La Historia me absolverá.
El juicio fue un verdadero punto de inflexión: su movimiento obtuvo una gran
notoriedad y reconocimiento públicos. El abogado revolucionario utilizó la prisión
para consolidar y educar a su movimiento. Su popularidad aumentó gradualmente
entre la población. Cuando el candidato presidencial Grau pronunció un discurso a
finales de 1954, se coreó el nombre de Fidel.
Poco después se lanzó una campaña a favor de la amnistía. Hubo manifestaciones
en varias ciudades y la prensa también pidió su liberación. Las peticiones de
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amnistía aumentaron y el 15 de mayo de 1955 se permitió a Fidel y a sus
compañeros salir de la cárcel.
Una vez libre Fidel amplió su “Movimiento 26 de julio” para incluir a varios líderes
revolucionarios claves. La violencia continuaba y se le complicaban las cosas. Por
ello, Fidel decidió trasladarse a México para preparar desde allí la lucha armada.
Foto: Che Guevara y Fidel Castro. Foto: Estado cubano
En México el médico argentino Che Guevara se unió al grupo rebelde. Los rebeldes
se preparaban para un prolongado levantamiento guerrillero en las montañas,
apoyado desde las ciudades, con la intención de eliminar al ejército.
Insurrección armada
A finales de noviembre de 1956 unos ochenta de ellos hicieron la travesía en el
Granma, un pequeño yate. Toda la operación fue de nuevo un fiasco. Poco después
de llegar el 2 de diciembre, fueron avistados, cazados, ametrallados y se tuvieron
que dispersar. Al final se quedaron con apenas 16 combatientes inexpertos y mal
armados. Frente a ellos estaba el ejército mejor equipado de América Latina.
En otras palabras, la situación era desesperante, pero no se rindieron. Recibieron el
apoyo de los campesinos locales y pudieron consolidarse. Consiguieron mantenerse
fuera del alcance de las tropas y al cabo de unas semanas obtuvieron las primeras
pequeñas victorias. Herbert Matthews, uno de los mejores periodistas del New York
Times, fue invitado a la selva a mediados de febrero de 1957. Quedó impresionado
por lo que vio allí e informó de ello en su periódico. Esto dio un gran impulso al
prestigio del ejército rebelde.
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Foto: El Movimiento 26 de julio en la Sierra Maestra. Foto: Estado cubano
A medida que los rebeldes conseguían éxitos militares, Fidel también ganaba más
apoyo de los sectores políticos. En el verano del 1958 el dictador Batista lanzó una
ofensiva estival para asestar un golpe definitivo a la guerrilla. Se enfrentaban dos
potencias muy desiguales: 300 rebeldes contra 10.000 soldados fuertemente
armados. Tras un mes de duros combates los rebeldes consiguieron rechazar al
ejército. Fue un punto de inflexión decisivo en la rebelión armada. Con la victoria a la
vista amplios sectores de la burguesía nacional también buscaron acercamiento al
movimiento 26 de julio.
En agosto comenzó la ofensiva final del movimiento 26 de julio. Partes enteras del
país se convirtieron en “territorio liberado”. Después de que el Che Guevara
conquistara la ciudad de Santa Clara y derribara un tren militar blindado, Batista
huyó el 1 de enero de 1959. La revolución era una realidad.
La obsesión de Washington
Surgió un amplio gobierno de transición con un programa moderado. Pero eso no
fue suficiente para Washington. Estados Unidos controlaba partes importantes de la
economía cubana y no quería perderlas. Pero, sobre todo, era inadmisible que un
país situado a apenas 180 km de Estados Unidos tomara un rumbo progresista. Eso
podría animar a otros países a seguir su ejemplo.
Por tanto, había que cortar de raíz esta revolución. En julio de 1959, seis meses
después de tomar el poder, el presidente Eisenhower aprobó un programa para
socavar la revolución. El programa apoyaba a grupos contrarrevolucionarios,
ejecutaba ataques aéreos y marítimos, intentos de asesinar a Fidel, hasta la
interferencia de emisoras de radio y televisión y emisiones de radio clandestinas.
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Foto: Reunión en Estados Unidos entre Fidel Castro y el vicepresidente Nixon el 19
de abril de 1959. Foto: Estado cubano
Pero hacía falta más. Un memorándum de 1960 de Lester D. Mallory, del Ministerio
del Exterior estadounidense, afirma: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro
[…] la única forma previsible de erosionar ese apoyo es a través de la desilusión y el
descontento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. […] Deben
utilizarse inmediatamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica
de Cuba”.
Según la nota, el objetivo era “reducir los salarios, provocar hambre, desesperación
y derrocar al gobierno”. Poco después la administración de Eisenhower impuso un
embargo que más tarde, presionando a terceros países para que cesaran sus
relaciones económicas con Cuba, se convertió en un bloqueo económico total.
El primer objetivo de las sanciones económicas es acabar con la revolución y, si eso
falla, dañar al país lo más que posible para que el socialismo no sea un ejemplo para
otros países. Chomsky lo describe como “la obsesión histérica de Washington por
aplastar a Cuba”.
El papel de la Unión Soviética
Inicialmente Cuba buscó para su desarrollo económico el apoyo de los países
occidentales que, bajo la presión de Washington, se contuvieron. Dado el embargo,
la amenaza militar y las reticencias de los países occidentales, Cuba se vio obligada
a buscar apoyo en la Unión Soviética para el comercio exterior y la compra de
armas.
Hubo un acercamiento entre los dos países y en 1972 Cuba ingresó en el COMECON,
la alianza económica de países comunistas liderada por la Unión Soviética. Esto
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propició relaciones económicas ventajosas y asistencia tecnológica, pero al mismo
tiempo perpetuó la dependencia y el monocultivo especialmente de caña de azúcar.
Foto: Los hermanos Castro y Michael Gorbachev. Foto: Estado cubano
La cooperación no siempre fue fluida y tras la crisis de los misiles de 1962 se llegó
incluso a una verdadera crisis entre ambos países. No obstante, la cooperación con
la Unión Soviética compensó en gran medida las pérdidas causadas por el bloqueo
económico.
Desastre económico
El colapso de la Unión Soviética en 1991 fue, por tanto, dramático para la economía
cubana. En apenas 30 años la isla perdió dos veces a su socio económico
privilegiado y tuvo que buscar nuevos socios.
Para cualquier país sería catastrófico. En el caso de Cuba la situación se vio
agravada por el endurecimiento del bloqueo económico estadounidense con la
esperanza de destruir económicamente al país. Sin el bloqueo y sin la caída de la
Unión Soviética, Cuba tendría hoy un nivel de vida comparado al de Italia.
La década de 1990 fue extremadamente difícil en términos socioeconómicos, pero el
país se mantuvo de pie y desde el comienzo del milenio pudo contar con el apoyo de
Venezuela. Ese apoyo impulsó la economía. Pero, no por casualidad, Venezuela fue
a su vez golpeada por las sanciones económicas de Estados Unidos a partir de
2017.
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Esta situación se sumó al mayor endurecimiento del bloqueo desde Trump y a la
crisis del COVID-19, que golpeó duramente a Cuba por el estancamiento del
turismo. En consecuencia, la situación socioeconómica actual es muy difícil, así
como lo fue en la década de 1990.
Atención a la población
Por todo ello es aún más notable que Cuba tenga un nivel de desarrollo social muy
alto a pesar de estas precarias condiciones económicas. La isla tiene un sistema
sanitario que puede competir con el del primer mundo, a pesar de tener un PIB per
cápita al menos cinco veces inferior. La mortalidad infantil es menor que en EE.UU.
y el sistema educativo es el mejor de América Latina.
Un informe del Banco Mundial lo describe así: “Cuba es reconocida
internacionalmente por sus logros en sanidad y educación, con unos servicios
sociales que superan a los de la mayoría de los países en desarrollo y, en algunos
sectores, incluso a los de los países más desarrollados. […] Este modelo ha
permitido a la isla alcanzar la plena alfabetización, el fin de ciertas enfermedades, el
acceso universal al agua potable y a la atención sanitaria básica, una de las tasas de
mortalidad infantil más bajas de la región y una de las mayores esperanzas de vida.”
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Cuba es el único país que ha
conseguido combinar una huella per cápita ecológicamente sostenible con una
calidad de vida alta, según el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Es un hecho
tranquilizador: si Cuba logra hacerlo sin la tecnología más moderna y económica,
¿no sería mucho más fácil en nuestro caso?
La ternura de los pueblos
Cuba no solo cuida de su propia gente. “La solidaridad es la ternura de los pueblos”,
decía el Che Guevara. Los cubanos lo llevan a la práctica de forma impresionante.
Desde el principio de la revolución Cuba ha ofrecido apoyo a los países hermanos
del Sur. Desde el inicio de la revolución el personal médico cubano ha tratado a casi
2.000 millones de personas en todo el mundo.
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Foto: Cuando Italia se vio muy afectada al comienzo de la pandemia del coronavirus,
fueron asistidos por una brigada de médicos cubanos. Foto: Agencia Italiana de
Cooperación al Desarrollo
Cuba envía hoy, por sí sola, más médicos a todo el mundo que la Organización
Mundial de la Salud de la ONU. Si Estados Unidos y Europa hicieran el mismo
esfuerzo que Cuba, la escasez de personal sanitario en el Sur Global se solucionaría
de la noche a la mañana.
Cuba tampoco dudó en emprender peligrosas misiones militares. Hubo entre ellas
misiones internacionales en Vietnam, Siria, Argelia, Ghana, Congo (Brazzaville),
Zaire, Guinea Ecuatorial, Zimbabue, Etiopía, Somalia, Eritrea, Yemen del Sur,
Tanzania, Angola, Namibia y Guinea-Bissau, y apoyo a diversos movimientos
guerrilleros en América Latina.
En el continente africano la pequeña Cuba fue un importante contrapeso a la
superpotencia estadounidense durante la década de 1960 y la de 1970. El ejército
cubano asestó un golpe decisivo al régimen del apartheid sudafricano en Angola.
Mandela lo reconoció como “¡viraje en la lucha para liberar al continente y a nuestro
país del azote del apartheid!”.
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Foto: Fidel Castro y Mandela en 1991, un año después de su liberación. Foto:
Estado cubano
Cuba fue junto con Venezuela pionera en la integración de los países
latinoamericanos, a expensas del control de Washington sobre la región.
Proceso de toma de decisiones
Nuestra economía y nuestro sistema político están dominados por multinacionales y
grandes grupos de capital. En Cuba ese poder se rompió y fue sustituido por la CTC,
organización que agrupa a las distintas federaciones sindicales. Sin lugar a dudas el
proceso de toma de decisiones cubano está muy uniformizado. Sin embargo, se
compensa con una forma de democracia directa.
Además de las elecciones parlamentarias quinquenales, existe un sistema de
consulta bastante único. Para todas las decisiones importantes se consulta
ampliamente a la población y se busca un consenso. En Cuba no se emprende
ninguna acción sin un amplio apoyo.
Esto explica, entre otras cosas, por qué el gobierno cubano puede contar con un
gran apoyo popular a pesar de circunstancias a menudo muy difíciles y que haya
conseguido resistir todos estos años frente a la mayor y más agresiva superpotencia
de todos los tiempos.
Si tuviéramos este sistema de toma de decisiones en Europa, hace tiempo que se
habría implantado un impuesto sobre el patrimonio y nunca se habría subido la edad
de jubilación a los 67 años.
Errores y retos
Quienes hacen la revolución no son ángeles. Obviamente, se cometieron errores.
Basta pensar en el trato que recibieron las personas creyentes y homosexuales al
principio de la revolución, en el fracaso a la hora de diversificar la economía y
aumentar la productividad, etcétera. Los propios cubanos son los primeros en
afirmar que no recorren una trayectoria sin obstáculos.
En la actualidad quedan muchos puntos débiles y problemas por resolver. Quizá el
reto más importante sea que el alto desarrollo social e intelectual crea grandes
expectativas entre la población, pero falta la base económica para ello, lo que
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genera frustración. En los últimos años este problema se ha presentado de forma
muy aguda.
Esta situación está estrechamente relacionada con otro fenómeno. A causa de la
desvalorización de la moneda después de 1991, los salarios son insuficientes. En
consecuencia, no existe un vínculo real entre trabajo, salario y poder adquisitivo, lo
cual es perjudicial para la motivación laboral y la productividad. Además de provocar
corrupción y descontento.
La única respuesta es acelerar el crecimiento económico, pero eso es más fácil
decirlo que hacerlo, ya que el contexto exterior es un factor determinante. ¿Aliviará
Biden el bloqueo y qué hará el próximo presidente? ¿Cómo evoluciona la situación
en Venezuela y en América Latina? ¿Cómo evolucionan las relaciones económicas
con China, Rusia y Europa? ¿Cuál será el impacto del creciente número de sequías
y huracanes devastadores?
El futuro mostrará si Cuba resuelve estos retos. En estos tiempos de
ultraderechización y embrutecimiento, es más necesaria que nunca la solidaridad
con una isla que durante más de 60 años ha mostrado lo que significa la ternura de
los pueblos y que siempre ha puesto a los seres humanos en primer lugar, no a los
beneficios.
El proceso iniciado por los rebeldes liderados por Fidel Castro hace 70 años con el
asalto al cuartel Moncada sigue siendo un faro para el mundo. ¡Hasta la victoria
siempre!
Katrien Demuynck y Marc Vandepitte han escrito varios libros sobre Cuba. Uno de
ellos es El factor Fidel, que puedes leer y descargar aquí. También se puede
comprar el libro en papel aquí.
El sitio web del capítulo cubano de la Red en Defensa de la Humanidad publicó este
artículo