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“La polarización política es un desafío para las democracias en América Latina y el Caribe”

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Vinimos a Bergen, Noruega, a participar de un seminario organizado por un Centro Miembro de CLACSO, la Universidad de Bergen, para discutir cuál es el vínculo entre Europa y América Latina

CLACSO

Transcripción de la columna de Karina Batthyány
en InfoCLACSO – 6 de septiembre de 2023

Vinimos a Bergen, Noruega, a participar de un seminario organizado por un Centro Miembro de CLACSO, la Universidad de Bergen, para discutir cuál es el vínculo entre Europa y América Latina. Más precisamente, entre Noruega y América Latina en este mundo pospandémico que presenta nuevos desafíos.

Una de las preocupaciones centrales que se discutieron tiene que ver con los posibles temas de colaboración entre Europa y América Latina y el Caribe. Allí es importante destacar la idea de colaboración, cooperación y trabajo conjunto superando algunas visiones del pasado más vinculado a un Norte que contribuía con el Sur y mostraba el camino al desarrollo.

Los temas que estamos abordando en CLACSO desde nuestras Plataformas para el Diálogo Social han sido abordados en la comparación entre lo que ocurre en nuestra región y lo que está ocurriendo en la Unión Europea, más concretamente en los países nórdicos.

Por supuesto, estuvieron presentes los temas de las migraciones, el ambiente, las transiciones energéticas, los problemas vinculados al empleo, la educación, la democracia y las desigualdades.

Quiero mencionar la presentación que hicimos desde CLACSO asociada a la temática de los desafíos, la democracia en América Latina y en Europa. Desde la perspectiva latinoamericana, intercambiamos sobre la temática de las desigualdades. Planteamos que los altos niveles de desigualdad en nuestros países y la ausencia de justicia social tienen un elemento de amenaza hacia las democracias o desestabilización de algunos procesos políticos en la región.

Estos altos niveles de desigualdad pueden efectivamente conducir a procesos políticos de inestabilidad. Lo observamos en algunos países que están atravesando procesos electorales, donde se están generando malestares desde el punto de vista social y procesos de cierta inestabilidad rumbo al momento electoral.

Dichos procesos políticos han mostrado en otros países la posibilidad de emergencia de líderes autoritarios. Lo hemos visto en los últimos años en América Latina. Hay un cierto resurgimiento del autoritarismo, por ejemplo en lo que ocurrió en Brasil con Bolsonaro, donde se tomaron medidas muy concretas en el marco de gobiernos de restricción de las libertades, entre ellas la de expresión, el acceso a la justicia y la participación social y política. Por supuesto, esto no sólo ocurre en nuestra región, sino también en Europa y en otras partes del mundo.

Además, hay elementos asociados a la violencia, un problema persistente en América Latina y el Caribe. La violencia en sus múltiples dimensiones, causada por distintos factores que incluyen la pobreza, la desigualdad y todos los fenómenos asociados al narcotráfico. E incluyen la violencia basada en género, un tema preocupante, porque América Latina no sólo es la región más desigual del planeta, sino también una de las más violentas desde este punto de vista.

A su vez, los procesos más recientes que se observan en nuestra región implican una polarización política, que constituye un desafío para las democracias en América Latina y el Caribe. Lo que generan dichos procesos es que sea difícil lograr consensos en torno a temas estratégicos a nivel de políticas públicas para la justicia social o avanzar en la protección social de las poblaciones de América Latina y el Caribe. Esta polarización, en algunos casos, se asocia a la emergencia de los líderes autoritarios.

En términos de desafíos a los sistemas democráticos, en América Latina tenemos que abordar la temática de las desigualdades con medidas y políticas concretas para superarlas. Además, en nuestra región, la desigualdad se ha acentuado en los últimos años producto de las situaciones de pandemia. Muchos países de la región se encontraron en situaciones de gran informalidad a nivel laboral, es decir, una ausencia total de protección social.

Hay que tomar pasos concretos como invertir en educación y salud, fortalecer las redes de protección social para avanzar en la superación de esas desigualdades. También se debe promover la educación cívica, en tanto constitutiva de los sistemas democráticos, pero principalmente pensando en la democracia participativa, es decir en el involucramiento de todos y de todas en los procesos políticos a nivel regional, nacional y local.

En términos de compromiso, hay que ir por el camino de los sistemas democráticos, de participación y de involucramiento políticos e ir contra de esta tendencia de desinformación, para tener ciudadanías más comprometidas e informadas. Allí, el nivel comunitario y local es absolutamente central.

Otro elemento tiene que ver con la protección de los derechos humanos en sentido amplio, no solamente los más elementales o básicos, sino todos los derechos humanos para todos y para todas. Esto es, los asociados a las distintas dimensiones políticas, económicas, sociales y culturales. Esto significa el ejercicio real de los derechos, no solamente la declaración formal, sino la posibilidad de efectivizar en la vida concreta y cotidiana esos derechos. Hoy, en nuestra región, estos derechos no son una garantía frente a las nuevas derechas.

Quienes nos posicionamos en el mundo desde una perspectiva feminista sabemos que existe una distancia entre lo formal y lo real. Una cosa es la declaración del derecho al trabajo y otra es la posibilidad real de ejercer ese derecho. Este, por ejemplo, no se garantiza sin políticas o sistemas de cuidados o elementos que faciliten la articulación entre trabajo y cuidados.

Además, debemos darle una dimensión política a la vida cotidiana, porque es a partir de allí donde estos derechos se materializan en la posibilidad real de acceder a la educación, al trabajo, a la salud, al cuidado, etc.

Algunos de estos temas los abordaremos en nuestros intercambios en Chile, vinculados a los desafíos para los gobiernos latinoamericanos y caribeños. Particularmente, para los gobiernos progresistas, aquellos gobiernos que efectivamente pretenden implementar una serie de medidas que tienen en cuenta la justicia social, la equidad y la disminución o eliminación de las desigualdades.

El derecho a la educación, a la salud, la protección del medio ambiente, la promoción de la igualdad en sus distintas dimensiones incluyendo la igualdad de género, el colocar en agenda nuevos temas como la temática de los cuidados como uno de los nudos críticos de las desigualdades han sido grandes avances por los gobiernos progresistas en América Latina y el Caribe.

A pesar de los avances, los gobiernos progresistas tienen desafíos pendientes en materia de pobreza y de desigualdad, así como otros asociados a la cuestión ambiental y climática. Debemos ser conscientes de que América Latina es una de las regiones más afectadas por los fenómenos de cambio climático. Además quedan muchos elementos para abordar y discutir desde la perspectiva latinoamericana y caribeña, pero también desde la perspectiva del sur global hacia transiciones justas y transiciones verdes.

También tenemos cuestiones asociadas a la inestabilidad política, que se presentan en los ciclos progresistas de la resistencia de las élites económicas y las clases dominantes, así como la polarización política, las violencias y las consecuencias que dejó la pandemia en nuestra región. Recordemos siempre: América Latina fue una de las regiones más afectadas en términos de las personas que fallecieron por la pandemia de covid-19. Un tercio de los muertos a nivel mundial fue de nuestra región, cuando globalmente rondamos el 9% de la población del planeta.

Entonces, desde CLACSO trabajamos estos temas para generar nuevos insumos de discusión y articular el conocimiento en sus múltiples formas con los movimientos sociales y con quienes están en el campo de las políticas públicas. Es a partir de esos intercambios que podemos contribuir a la transformación social de nuestra región.

– ¿Pueden convivir los países de América Latina y el Caribe con sociedades tan divididas en lo político?

– Estos procesos de polarización son uno de los elementos que amenazan a los sistemas democráticos. Tenemos que pensar cómo hacemos para construir políticas que aborden las desigualdades en América Latina. ¿Vamos a seguir pensando en la solución a través del mercado o realmente nos vamos a plantear las medidas de fondo que se necesitan en términos de políticas públicas y fuerte participación estatal para superarlas?

En definitiva, los procesos de los que hablamos generan mecanismos de reacción conservadora que dan lugar a la polarización y a la emergencia de estos discursos que tanto nos preocupan hoy. En Argentina, por ejemplo, se realizó recientemente una reivindicación por parte de un de los sectores conservadores sobre el proceso de la última dictadura militar. Y también hemos visto expresiones similares en el Uruguay y en Chile.

La conclusión es que debemos redoblar esfuerzos para trabajar en la construcción de la memoria, para que estos discursos no puedan aparecer como si nada hubiera ocurrido en estos 50 años desde los golpes de Estado en Chile y Uruguay y los 40 años de la democracia en Argentina.

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