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La tercera vía y sus posibilidades de triunfo electoral en Puerto Rico

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Pero en Puerto Rico, contrario a Estados Unidos, la “tercera fuerza política” ya no puede decirse que es poca cosa: representa, entre todas las diferentes modalidades que no caben ni en los rojos ni en los azules, una tercera parte del electorado. Eso es un verdadero montón.

PUNTO DE VISTA

Por Leo Aldridge El Nuevo Día

Dice que la alternancia de dos partidos en el poder limita la menguada democracia que queda. Asegura que un partido, con el que simpatizó en el pasado, en realidad es igual de pernicioso que el otro. Le vale en lo más mínimo la opinión de otrora allegados políticos que le advierten que su presencia en los comicios de 2024 fragmentará el voto y aumentará las posibilidades de que los “más malos” se instalen en el poder.

Si le parece familiar este discurso, que esbozan casi a diario líderes del Movimiento Victoria Ciudadana o incluso de Proyecto Dignidad, sepa que no es un asunto endémico de Puerto Rico. En Estados Unidos, el país que junto a Inglaterra tiene el bipartidismo más entronizado en su sistema político, el reputado profesor Cornel West, ícono de la izquierda más dura, pretende romper con este duopolio histórico entre republicanos y demócratas. Se ha lanzado a la presidencia de Estados Unidos como candidato del Partido Verde.

Quizás el PIP, Victoria Ciudadana o Proyecto Dignidad están aún lejos de ganar la gobernación, pero han captado a una tercera parte del electorado puertorriqueño. Son, para bien o mal, posibilidades políticas reales en el futuro cercano, escribe Leo Aldridge. (Ramón “Tonito” Zayas)

Su plataforma política promete “desmantelar el imperio” al efectuar recortes significativos al presupuesto militar, salirse de la OTAN y remover las 800 bases militares de Estados Unidos esparcidas a través del mundo. West – uno de los más prolíficos intelectuales de Estados Unidos y exprofesor de Harvard y Yale – promete Medicare para todos, incluyendo para la salud mental, despenalizar las drogas y acabar con el legado de supremacía blanca al ponerle fin al encarcelamiento masivo de las minorías raciales.

West no es el primero en retar el sistema de dos partidos en la historia política moderna de Estados Unidos. Pero tanto desde la derecha, con Ross Perot, como desde la izquierda, con Ralph Nader, los actores políticos fuera del duopolio jamás se han acercado a ganar una elección presidencial, aunque sí han tenido efectos sobre ella. En el 1992, los conservadores la embistieron contra Perot porque entendieron que el 19% de los votos que obtuvo le costó la reelección al primer George Bush. En 2000, los liberales culparon a Nader – y su 3% de favor electoral – de aguarle la parada Al Gore en aquella reñidísima elección.

Acá en Puerto Rico, el exgobernador Alejandro García Padilla también ha asumido ese discurso, señalando que quien vota por Victoria Ciudadana ayuda al PNP. Pero algo pasa acá en Puerto Rico con la llamada “tercera fuerza política” que no sucede en Estados Unidos. Acá ha obtenido una fuerza mediática y electoral que parece imparable. En Estados Unidos, las candidaturas de terceros partidos son curiosidades históricas que, aunque pueden tener algún efecto en el debate político, no tienen posibilidades reales de triunfo en el sistema del Colegio Electoral. En Puerto Rico, por mucho tiempo, podía decirse lo mismo del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el 3-5% que solía obtener. Pero en Puerto Rico, contrario a Estados Unidos, la “tercera fuerza política” ya no puede decirse que es poca cosa: representa, entre todas las diferentes modalidades que no caben ni en los rojos ni en los azules, una tercera parte del electorado. Eso es un verdadero montón.

En Puerto Rico los dos partidos históricos, acostumbrados a hacer y deshacer a gusto y gana, no han sabido, o no han querido, trabajar en el delicado balance que requiere mantener contentos a sectores muy disímiles dentro de sus huestes. Y, al parecer, el Partido Popular Democrático ya tiró a pérdida los que se fueron. Quizás tienen razón. Movimiento Victoria Ciudadana, después de todo, es un desprendimiento del PPD. Algunos de ellos, como su líder Manuel Natal, fueron funcionarios electos de la Pava. Y esa gente no va a volver a la Pava jamás.

El PNP también sufrió un desprendimiento ante la llegada de Proyecto Dignidad, que le removió a un histórico aliado representado por los religiosos conservadores.

Quizás el PIP, Victoria Ciudadana o Proyecto Dignidad están aún lejos de ganar la gobernación, pero – entre todos – han captado a una tercera parte del electorado puertorriqueño. Y, contrario a las candidaturas de terceros partidos en Estados Unidos, las de Puerto Rico no parecen encaminadas a permanecer como meras curiosidades históricas. Son, para bien o mal, eso escoja usted, posibilidades políticas reales en el futuro cercano.

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