…y a contar cómo se lía un ovillo los días de la madrugada del mayor personaje de la historia de Puerto Rico

“El mayor legado que hizo (Hostos) a la poesteridad fu indiscutiblemente el de su propia vida…” -Vicente Géigen Polanco
“Hijo, te levantaste muy temprano.” Eugenio de Hostos
“Fui testigo, y declaro que fue inmarcesible.” -Manuel Zeno Gandía
Por Marcos Reyes Dávila
Esta biografía de Eugenio María de Hosto no se ciñe a la leyenda como se ven las constelaciones desde el suelo, ni al retrato de sus luces peregrinas. Aspira a admirar, en la pincelada del lienzo o en el punto fino de la imagen, cómo le cimbra la idea de libertad antillana en la palabra, en la animada plática del aula, en la prensa alborotada; aspira a oir en vivo cómo crepita en el granito de su furia su lucha por la incandescencia de América; aspira a palpar, en el polvo de camino aferrado en los zapatos y en la sar de su marear, la tensión entre la humillación y la soberbia; aspira a saborear su hambre, sus desvelos, la pasión complacida o indignada; aspira a ojear con toda indiscreción por la ventana su soledad moral, la nostalgia del edén huidizo y el racimo alfombrado de cariños; aspira a tomarle el pulso agriado, a oler el aliento desconcertado y la ilusión desvanecida; aspira a abrazar la nostalgia de sus sueños fugitivos, y a contar cómo se lía un ovillo los días de la madrugada del mayor personaje de la historia de Puerto Rico.