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Siento el vacío en la Plaza Antonia Martinez

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Pienso en la Historia y el servicio que la UPR ha dado a Puerto Rico. Transcurro los pasillos de Humanidades y siento el vacío en la Plaza Antonia Martinez, se nota inclusive en los tablones de edictos, no se ven los mensajes de lucha militante, o el anuncio entusiasta de nuevos cursos, ausencia de actividades culturales. Veo las y los estudiantes, a la sombra frente al teatro, y pienso que hay ahí una brisa de esperanza, la posibilidad y razón de un despertar urgente.

Por Manuel E. Meléndez Lavandero

Estuve de visita por los predios de la Universidad de Puerto Rico en días recientes. Fui a encontrarme con mi hija que cursa el segundo semestre de primer año. Accedo por su entrada principal desde la Avenida Ponce de León, recorro el pasillo de palmeras que lleva hasta la torre de la Universidad, me veo en el espejo del tiempo.

Pienso en la Historia y el servicio que la UPR ha dado a Puerto Rico. Transcurro los pasillos de Humanidades y siento el vacío en la Plaza Antonia Martinez, se nota inclusive en los tablones de edictos, no se ven los mensajes de lucha militante, o el anuncio entusiasta de nuevos cursos, ausencia de actividades culturales. Veo las y los estudiantes, a la sombra frente al teatro, y pienso que hay ahí una brisa de esperanza, la posibilidad y razón de un despertar urgente.

Llego a la Biblioteca Lázaro, a encontrarme con mi hija. Le cuento lo emocionado que me siento de estar allí, lo distinto que es todo. Digo eso a la vez que noto la falta de gente, escasa alegría, poco entusiasmo. Hay una paz artificial, la de la desesperanza.

Conversando con mi hija y una amiga, me entero de que en Estudios Generales, no hay luz; que muchas bibliotecas están cerradas, que faltan cursos. Las invito a que me acompañen al museo, tenía curiosidad de reencontrarme con las obras de Francisco Oller, de Campeche, de ver los dujos y tantas piezas arqueológicas de las culturas Taina e Ingerí… La guardia de seguridad, custodiando una inmensa soledad, nos informa que el museo esta cerrado por remodelación. Esto mientras el gobernador de mierda anuncia un “préstamo” de los fondos de recuperación destinados a gentes de bajos recursos, unos 50 millones de dólares para un amigo del alma en Fajardo, préstamo que luego ha de ser eximido de repago. Continúa el saqueo. Otro capitulo de la guerra contra todos los puertorriqueños.

Indignación describe poco el sentimiento. La Universidad ha sido apuñalada, por todos sus costados. Le han cerrado sus espacios, los cursos, el personal, los recursos materiales, el financiamiento. Una Traición mayor al país.

Luchan por ella los y las trabajadores(as) de la Hermandad de Empleados Exentos No Docentes, el Sindicato de Empleados(as), la Asociación de Profesores(as) Universitarios. Históricamente sus estudiantes han dado batallas significativas y heroicas dando catedra al país sobre la importancia estratégica de la Universidad pública para el desarrollo económico, social y cultural de la Nación.

Pero se percibe cierto desgaste. Los buitres de la junta dictatorial, el gobierno entreguista, las elites parasitarias en su agenda criminal para desmantelar el país, han asfixiado a la UPR. Es urgente defenderla con uñas y dientes.

Pienso en la necesidad de convocar a formar un frente de país para reclamar la UPR. Crear un bloque militante de profesores(as), trabajadores(as), sindicatos, estudiantes, intelectuales, diáspora y prender por todas las esquinas la consigna UPR es Nuestra, Puerto Rico se Respeta.

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